miércoles, 18 de octubre de 2023

BEATO CARLO

San Lucas
Evangelista

Nacido de familia pagana, se convirtió a la fe y acompañó al apóstol Pablo, de cuya

predicación es reflejo el evangelio que escribió. Es autor también del libro denominado

Hechos de los apóstoles, en el que se narran los orígenes de la vida de la Iglesia hasta

la primera prisión de Pablo en Roma.

El Señor viene detrás de sus predicadores
De las homilías de san Gregorio Magno,
papa, sobre los evangelios

Nuestro Señor y Salvador, hermanos muy amados, nos enseña unas

veces con sus palabras, otras con sus obras. Sus hechos, en efecto,

son normas de conducta, ya que con ellos nos da a entender tácitamente lo que debemos hacer.

 Manda a sus discípulos a predicar de

dos en dos, ya que es doble el precepto de la caridad, a saber, el amor

de Dios y el del prójimo.

El Señor envía a los discípulos a predicar de dos en dos, y con ello

nos indica sin palabras que el que no tiene caridad para con los

demás no puede aceptar, en modo alguno, el ministerio de la predicación.

Con razón se dice que los mandó por delante a todos los pueblos y

lugares adonde pensaba ir él. En efecto, el Señor viene detrás de sus

predicadores, ya que, habiendo precedido la predicación, viene entonces el Señor a la morada de

 nuestro interior, cuando ésta ha sido

preparada por las palabras de exhortación, que han abierto nuestro

espíritu a la verdad. En este sentido, dice Isaías a los predicadores:

Preparadle un camino al Señor; allanad una calzada para nuestro Dios. Por

esto, les dice también el salmista: Alfombrad el camino del que sube sobre

el ocaso. Sobre el ocaso, en efecto, sube el Señor, ya que en el declive de

su pasión fue precisamente cuando, por su resurrección, puso más

plenamente de manifiesto su gloria. Sube sobre el ocaso, porque, con

su resurrección, pisoteó la muerte que había sufrido. Por esto, nosotros alfombramos el camino

 del que sube sobre el ocaso cuando os

anunciamos su gloria, para que él, viniendo a continuación, os ilumine con su presencia amorosa.

Escuchemos lo que dice el Señor a los predicadores que envía a sus

campos: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad,

pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Por tanto, para

una mies abundante son pocos los trabajadores; al escuchar esto, no

podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que reconocer

que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas, faltan,

en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas. Mirad cómo el mundo

está lleno de sacerdotes, y, sin embargo, es muy difícil encontrar un

trabajador para la mies del Señor; porque hemos recibido el ministerio sacerdotal, pero no

 cumplimos con los deberes de este ministerio.

Pensad, pues, amados hermanos, pensad bien en lo que dice el

Evangelio: Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.

Rogad también por nosotros, para que nuestro trabajo en bien vuestro sea fructuoso y para que

 nuestra voz no deje nunca de exhortaros,

no sea que, después de haber recibido el ministerio de la predicación,

seamos acusados ante el justo Juez por nuestro silencio.


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