martes, 5 de marzo de 2024

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


MARTES III SEMANA DE CUARESMA

San Pedro Crisólogo Sermón 43

Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante, y la virtud permanente. Estos tres resortes son: la oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el ayuno intercede, y la misericordia recibe. Oración, misericordia y ayuno constituyen una sola y única cosa, y se vitalizan recíprocamente. El ayuno, en efecto es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Que nadie trate de dividirlas, pues no pueden separarse. Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros, no posee ninguno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca: que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído, a quien no cierra los suyos al que le suplica. Que el que ayuna, entienda bien lo que es el ayuno; que preste atención al hambriento quien quiere que Dios preste atención a su hambre; que se compadezca quien espera misericordia; que tenga piedad quien la busca; que responda, quien desea que le responda a el. 

REFLEXIÓN

Nada santo y bueno lo es en sí para nosotros, si no produce fraternidad: la oración debe producir escucha, el ayuno debe producir solidaridad, la misericordia debe obtenerla para sí, se da a otros.

Es decir: nada santo es de consumo individualista o egocéntrico, sino que se desborda a otros que necesitan, como nosotros hemos necesitado.

Orar, ayunar y tener misericordia es un débito, mucho más que el conyugal, porque trata de lo profundo, no de la superficie del cuerpo.

Es un indigno suplicante quien pide para sí lo que niega a otro. Díctate a ti mismo la norma de la misericordia de acuerdo con la manera, la cantidad y la rapidez con que quieres que tengan misericordia contigo. Compadécete tan pronto como quisieras que los otros se compadezcan de ti. En consecuencia, la oración, la misericordia, y el ayuno, deben ser como un único intercesor en favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple petición. 

REFLEXIÓN

Si fuera de otro modo, no se eliminaría la hipocresía, tan criticada a los fariseos, sino que más bien se prolongaría, corrompiendo la fe cristiana inspirada en el modelo Jesús de Nazareth.

Recobremos, pues, con ayunos lo que perdimos por el desprecio: inmolemos nuestras almas con ayunos, porque no hay nada mejor que podamos ofrecer a Dios, de acuerdo con lo que el profeta dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Hombre, ofrece a Dios tu alma, y ofrece la oblación del ayuno, para que sea una hostia pura, un sacrificio santo, una víctima viviente, provechosa para ti y acepta a Dios. Quien no dé esto a Dios, no tendrá excusa, porque no hay nadie que no se posea a sí mismo para darse. Pero para que estas ofrendas sean aceptadas, tiene que venir después la misericordia; el ayuno no germina si la misericordia no le riega, el ayuno se torna infructuoso si la misericordia no lo fecundiza; lo que es la lluvia para la tierra, eso mismo es la misericordia para el ayuno. Por más que perfeccione su corazón, purifique su carne, desarraigue los vicios, y siembre las virtudes, como no produzca caudales de misericordia, el que ayuna no cosechará fruto alguno. Tú que ayunas, piensa que tu campo queda en ayunas si ayuna tu misericordia; lo que siembras en misericordia, eso mismo rebosará en tu granero. Para que no pierdas a fuerza de guardar, recoge a fuerza de repartir; al dar al pobre te haces limosna a ti mismo: porque lo que dejes de dar a otro, no lo tendrás tampoco para ti.

REFLEXIÓN

No se trata de un automatismo sino de una proporcionalidad, que dicta el Espíritu en el corazón.

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