PRIMERA-SEMANA
[23] PRINCIPIO Y FUNDAMENTO.
El hombre es criado para alabar,
hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su
ánima. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar
dellas, quanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, quanto para
ello le impiden. Por lo qual es menester hacernos
indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la
libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que
no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza,
honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás;
solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos
criados; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el
hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado De
donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar dellas, quanto le ayudan para su
fin, y tanto debe quitarse dellas, quanto para ello le impiden. Por lo qual es
menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es
concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en
tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza
que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en
todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el
fin que somos criados.
REFLEXIÓN
[23] El ser humano, hombres y mujeres, con inclusión de sus
diversidades, es criatura y no se hace a sí mismo. Definitivamente es
posicionado por el Misterio de Dios como creador, se represente como se
prefiera esta autoría. Y además tiene una misión: corresponderle tal cual se
corresponde a su Misterio, con reverencia y servicio, lo cual denota un código
de conducta propio de una corte, referente propio del Ignacio cortesano. La
finalidad de la misión es la propia de una persona viviente, creyente y amante:
salvar el alma. Una clave particular de la espiritualidad medioeval influída de
antropología griega y tomista: el alma es inmortal.
Se establece un ordenamiento jerarquizado en el
conjunto de la realidad, a disposición del ser humano como ayuda, como
colaboración para el logro de la meta. El ordenamiento no avala una dominación
ni un abuso sino colaboración en orden a la salvación del alma. Este concepto
necesita un ajuste que tome en cuenta la corporalidad y la mundanidad, como
partícipes de esa salvación. Ajuste que por otro lado se encuentra ya en la
Palabra de Dios, donde se plantea la liberación de la opresión y el pecado de
la creación y en el mensaje del resucitado glorificado, sobre la salvación
integral del ser humano: cuerpo, alma y espíritu.
Se desprende una aplicación práctica de
comportamiento orientado al fin de salvar el alma, el ser humano, la persona,
la creación, la realidad. Se trata del criterio ético fundamental del Tanto
Cuanto. El uso de todo está regido por el tanto cuanto. Un uso discrecional o
discreto. No un abuso. O un evitar de lo que no ayuda. Esta regla fundamental
es la arena de lucha del ser humano, para corresponder al Creador y conquistar
la otra orilla.
Aplicar el Tanto Cuanto requiere una actitud, una
disposición, una tendencia, un desapego, como condición sine qua non: hacernos
indiferentes en aquello que podemos elegir y no se encuentra mandado, como los
Mandamientos de la ley de Dios. Frente a lo que podríamos elegir: salud o
enfermedad, riqueza o pobreza, honor o deshonor, vida larga o corta, etc.
inicialmente se nos pide apertura, libertad, no condición previa, excepto lo
más conducente a la salvación. Se puede entonces contar con un programa
vitalicio y que aporta un sentido profundo a la existencia, para el cual
debemos ejercitarnos. He aquí el por qué y para qué de los Ejercicios
Espirituales en clave ignaciana. Construir una existencia en diálogo
ininterrumpido con el Señor, buscando su querer.
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