BEATO CARLO
De las catequesis de San Cirilo de Jerusalén, obispo(Catequesis 5, 10-11, sobre la fe y el símbolo : PG 33, 518-519)La fe realiza obras que superan las fuerzas humanas
La fe, aunque por su nombre es una, tiene dos realidades distintas. Hay, en
efecto, una fe por la que se cree en los dogmas y que exige que el espíritu atienda
y la voluntad se adhiera a determinadas verdades; esta fe es útil al alma, como lo
dice el mismo Señor: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la
vida eterna y no se le llamará a juicio; y añade: El que cree en el Hijo no está
condenado, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
¡Oh gran bondad de Dios para con los hombres! Los antiguos justos,
ciertamente, pudieron agradar a Dios empleando para este fin los largos años de su vida; mas lo que ellos consiguieron con su esforzado y generoso servicio de muchos años, eso mismo te concede a ti Jesús realizarlo en un solo momento.
Si, en efecto, crees que Jesucristo es el Señor y que Dios lo resucitó de entre los
muertos, conseguirás la salvación y serás llevado al paraíso por aquel mismo
que recibió en su reino al buen ladrón. No desconfíes ni dudes de si ello va a ser
posible o no: el que salvó en el Gólgota al ladrón a causa de una sola hora de fe,
él mismo te salvará también a ti si creyeres.
La otra clase de fe es aquella que Cristo concede a algunos como don
gratuito: Uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con
inteligencia según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe
el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar.
Esta gracia de fe que da el Espíritu no consiste solamente en una fe
dogmática, sino también en aquella otra fe capaz de realizar obras que superan
toda posibilidad humana; quien tiene esta fe podría decir a una montaña que
viniera aquí, y vendría. Cuando uno, guiado por esta fe, dice esto y cree sin
dudar en su corazón que lo que dice se realizará, entonces este tal ha recibido el
don de esta fe.
Es de esta fe de la que se afirma: Si fuera vuestra fe como un grano de
mostaza. Porque así como el grano de mostaza, aunque pequeño en tamaño, está dotado de una fuerza parecida a la del fuego y, plantado aunque sea en un lugar exiguo, produce grandes ramas hasta tal punto que pueden cobijarse en él las aves del cielo, así también la fe, cuando arraiga en el alma, en pocos momentos realiza grandes maravillas. El alma, en efecto, iluminada por esta fe, alcanza a concebir en su mente una imagen de Dios, y llega incluso hasta contemplar al mismo Dios en la medida en que ello es posible; le es dado recorrer los límites del universo y ver, antes del fin del mundo, el juicio futuro y la realización de los bienes prometidos.
Procura, pues, llegar a aquella fe que de ti depende y que conduce al Señor a
quien la posee, y así el Señor te dará también aquella otra que actúa por encima
de las fuerzas humanas.
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