martes, 12 de enero de 2021

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San Basilio Magno Regla mayor, respuesta 2,1

El amor de Dios no es algo que pueda aprenderse con unas normas y preceptos. Así como nadie nos ha enseñado a gozar de la luz, a amar la vida, a querer a nuestros padres y educadores, así también, y con mayor razón, el amor de Dios no es algo que pueda enseñarse, sino que desde que empieza a existir este ser vivo que llamamos hombre es depositada en él una fuerza espiritual, a manera de semilla, que encierra en sí misma la facultad y la tendencia al amor. Esta fuerza seminal es cultivada diligentemente y nutrida sabiamente en la escuela de los divinos preceptos y así, con la ayuda de Dios, llega a su perfección



REFLEXIÓN

Llevamos en nosotros todo lo necesario para lograrnos como humanos, como hombre y mujer, como administradores de la creación, como correspondientes al amor de Dios. Si usamos de nuestra inteligencia y corazón para seguir la conducción que ese don impulsa. Si escuchamos la voz que ese don susurra o clama, si amamos para hacer el bien, más allá de nosotros mismos y el centrismo que desvía su fuerza.

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