lunes, 7 de junio de 2021

BEATO CARLO

 BEATO CARLO




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ven aprisa a librarme

Que el dominio eterno se nos haga

asimilable por la prontitud de la

respuesta de salvación del Señor.

tú que eres mi roca y mi baluarte

Si este fuera el eco de la meditación

del rey David, quien como guerrero

buscaba dónde ponerse a salvo de sus

perseguidores, se podría entender la

roca como el lugar de refugio que lo

protegería.

El genio religioso de este pueblo les

permite encontrar realidades concretas y

operativas como señales de la presencia

activa y dinámica del Señor en sus

circunstancias vividas y en los escenarios

geográficos concretos.

En esto también la palabra es nuestra

maestra, para que aprendamos a leer y

descifrar su presencia en las realidades

de nuestra existencia, que actúan como

señales de su intervención constante.

Sácame de la red que me han tendido, / porque

tú eres mi amparo. / A tus manos encomiendo mi

espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás

Es Jesús quien ora en la cruz porque

sigue esperando. Plegarias como ésta tienen sentido en

el corazón de Jesús, cuando temía en

vísperas de la crucifixión.

Eran oraciones para encontrar

fortaleza y esperanza. Confiar con todas

las fuerzas y dejar en manos de su Padre

su suerte. La liberación puede ser en el

ofrecimiento de una cautividad presente

y activa.

Jesús en su última hora no desistía de

abandonarse en su Padre, como clave

definitiva de todo el horror que vivía.

Aprendemos con Jesús que en todo y

sobre todo, en su Padre podemos

confiar.

Pero yo confío en ti, Señor,

La resistencia de Jesús, en la prueba de

chivo expiatorio, estuvo en su apoyo en

el Padre y la confianza en su designio.

Soy la burla de todos mis enemigos, / la irrisión

de mis vecinos, / el espanto de mis conocidos; / me

ven por la calle, y escapan de mí. / Me han olvidado

como a un muerto, / me han desechado como a un

cacharro inútil.

Esta es la cautividad en la que existe la

esperanza de ser librado.

Qué bondad tan grande, Señor, / reservas para

tus fieles, / y concedes a los que a ti se acogen / a la

vista de todos

Este testimonio del Padre sobre su hijo

debió ser conocido, para ser creído

libremente, sino no hubiera podido darse

la corriente de agua viva, que salta hasta

la vida definitiva.

En el asilo de tu presencia los escondes / de las

conjuras humanas

Efectivamente, en la presencia por fe

del Señor hallamos, la reciedumbre y la

inmunidad, frente a las acechanzas que

buscan perjudicarnos, en la lucha por la

vida.

Y si son nuestra responsabilidad, nos

llevan a una mayor conciencia de ella,

para no llegar a proyectar nuestras

culpas a otros.

Los perdedores para el mundo

requieren de una energía que los afirme

y estabilice para soportar la conjura de

los ganadores.

Y así el acompañamiento fraterno

consistirá en promover esa energía que

no se compra ni se vende, sino que el

Señor dona.

Entonces los vulnerables podrán hacer

frente a la conjura y caminar con la

cabeza alta y la mirada enfocada en la

consumación. Los perdedores para el mundo

requieren de una energía que los afirme

y estabilice para soportar la conjura de

los ganadores.

Sed fuertes y valientes de corazón, / los que

esperáis en el Señor

Es la fortaleza que sentimos cuando

pedimos en oración, creyendo que

nuestra salvación tarda, por nuestro

modo de vivir el tiempo, y nos abrimos al

paso del Señor que tiene su propio

tiempo.

La espiritualidad que acompañó la

conquista y colonización de América,

propia del siglo de oro español, hizo un

fuerte énfasis en el sufrimiento y la

resignación.

Nos acostumbramos a mirar y ser

víctimas impotentes, que utilizaban la

paciencia para sobrevivir, y hacer de la

obligación virtud.

Es una distorsión del sufrimiento, que

siempre existirá por nuestra limitada y

contingente condición humana.

Jesús vive el sufrimiento como

resistencia, que es su misión a cumplir.

Es el gesto de quien no transige con el

pecado, la mala voluntad, la injusticia.

Es el salario del justo, no del corrupto.Sufre quien no hace las paces con la

iniquidad y se rehúsa a formar parte de

ella.

No es un ejercicio de aguante, sino de

confianza en el Señor, fuerza nuestra.

Amad al Señor, fieles suyos; / el Señor guarda a

sus leales, / y a los soberbios les paga con creces

Lo que importa es que nos guarda, y lo

secundario cómo pagan los soberbios

que conspiran. Eso queda en las manos

del Señor.

Así nos alejamos de la sed de

venganza y la ansiedad del resentimiento

se evapora

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