De los sermones de san Máximo de Turín
(Sermón 48, 1-2: CCL 23, 187-188)
Por la humildad se llega al reino; por la sencillez se entra en el cielo
Si habéis escuchado con atención la lectura evangélica habréis podido
comprender el respeto que se debe a los ministros y sacerdotes de Dios y la
humildad con que los mismos clérigos deben prevenirse unos a otros. En efecto,
preguntado el Señor por sus discípulos quién de ellos sería el más grande en el
reino de los cielos, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: El
que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los
cielos. De donde deducimos que por la humildad se llega al reino, por la sencillez se entra en el cielo.Por tanto, quien desee escalar la cima de la divinidad esfuércese por conseguir los abismos de la humildad; quien desee preceder a su hermano en el reino debe antes anticipársele en el amor, como dice el Apóstol: Estimando a los demás más que a uno mismo. Supérele en obsequiosidad, para poder vencerle en santidad. Pues si el hermano no te ha ofendido es acreedor al don de tu amor; y si te hubiere tal vez ofendido, es mayormente acreedor al regalo de tu superación. Esta es efectivamente la quintaesencia del cristianismo: devolver amor por amor y responder con la paciencia a quien nos ofende.
Así pues, quien más paciente fuere en soportar las injurias, más potente será
en el reino. Porque al imperio de los cielos no se llega mediante una brillante
ejecutoria avalada por la fastuosidad de las riquezas, sino mediante la humildad,
la pobreza, la mansedumbre. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el
camino que lleva a la vida! En consecuencia, quien estuviere hinchado de
honores y cargado de oro, cual jumento sobrecargado, no conseguirá pasar por
el angosto camino del reino. Y en el preciso momento en que crea haber llegado,
la puerta estrecha, al no dar cabida a su carga, le impedirá entrar y le obligará a
retroceder. La puerta del cielo le resulta al rico tan angosta como estrecha le es
al camello el ojo de una aguja. Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de
una aguja que a un rico entrar en el reino de los cielos.
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