sábado, 26 de septiembre de 2020

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San Hilario Tratado sobre los salmos 64,14-15

La acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales. No hay duda de qué acequia se trata, pues dice el salmista: El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Y el mismo Señor dice en los evangelios: El que beba del agua que yo le daré, de sus entrañas manarán torrentes de agua viva, que salta hasta la vida eterna. Y en otro lugar: El que cree en mí, como dice la Escritura, de sus entrañas manarán torrentes de agua viva. Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. Así, pues, esta acequia está llena del agua de Dios. Pues, efectivamente, nos hallamos inundados por los dones del Espíritu Santo, y la corriente que rebosa del agua de Dios se derrama sobre nosotros desde aquella fuente de vida. También encontramos ya preparado nuestro alimento. ¿Y de qué alimento se trata? De aquel mediante el cual nos preparamos para la unión con Dios, ya que, mediante la comunión eucarística de su santo cuerpo, tendremos, más adelante, acceso a la unión con su cuerpo santo.

COMENTARIO

La abundancia de agua bautismal se evidencia en la multitud de bautizados y confirmados. No cuando el agua física bendecida y el aceite físico consagrado corren por la piel del candidato o candidata, en el rito litúrgico, sino cuando el momento de Dios, kayrós, inculca los símbolos en la persona y mueve la personalidad al testimonio, amor, fraternidad y edificación de la comunidad. La intención vale y se comprueba en el kayros, para lo cual es responsable ir acrecentando la motivación, el deseo, el conocimiento y la fortaleza, como el soldado que es fiel a su entrenamiento, porque de ello dependerá su actuación.

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