viernes, 25 de junio de 2021

PALABRA COMENTADA

 

VIERNES 12 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Génesis 17,1.9-10.15-22



REFLEXIÓN

"Yo soy el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad."

Hay diferentes significados-contenidos en este nombre dado a Dios en las tradiciones patriarcales.

Dejan conocer una divinidad que se destaca de otras en el ámbito inicial de los padres del pueblo hebreo.

Es una divinidad para caminar en lealtad y con quien se vinculan sus creyentes mediante un pacto.

Un pacto que se celebra con un gesto que en el comienzo pudo ser una medida de higiene: la circuncisión.

Que tal medida no resultara imprescindible para la relación sexual quedó demostrado                                                                                                                                                en la praxis que introdujo el cristianismo gentil al no circuncidarse.

Según Pablo debían más bien circuncidarse el corazón, lo profundo de la persona, y no tanto su exterior.

Se profundiza así la orientación evangélica de actuar por motivaciones de convicción de conciencia, más que por exterioridades.

Salmo responsorial: 127



REFLEXIÓN

 

Dichoso el que teme al Señor / y sigue sus caminos. / Comerás del fruto de tu trabajo, / serás dichoso, te irá bien

La bonanza y el bienestar cotidiano de la vida se asocian fácilmente con una relación sana con Dios, a quien se toma en serio, se le ama y se espera de Él.

No habría que inhibirse y desconfiar de esa placidez, que significa la felicidad incompleta que en la vida se puede alcanzar normalmente.

No es ni humano ni divino vivir una perspectiva trágica y conflictiva, o culpabilizada porque una vida de bienestar resulte un egocentrismo.

Sin embargo la disponibilidad de la fe en el Señor nos lleva a la aceptación serena de las pruebas y dolores de crecimiento espiritual y madurez humana, mediante las cuales el Señor nos muestra su amor y nos invita a la generosidad.

Mateo 8,1-4



REFLEXIÓN

 

al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme." Extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida quedó limpio de la lepra

Jesús, parecido a Moisés pero superior, porque la lepra y los leprosos podían ser declarados impuros, si enfermaban, o puros si sanaban, pero no había prescripción para sanar.

Al sanarlo Jesús sacaba del encierro o liberaba del exilio al desdichado leproso, y así podía ser certificado por la ley para regresar a la comunidad.

Jesús no puso una ley aparte, sino que intervino para dar salud, que además significaba una salvación social, porque la Ley no tuvo más alternativa que declararlo puro y dejarlo volver a la comunidad.

Al otorgarle salud y salvación social, también lo liberó de la etiqueta pública de pecador, a la que se había hecho merecedor por ser leproso, porque toda enfermedad era efecto del pecado.

Así establece el relato de la Palabra la superioridad de Jesús sobre Moisés.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1408391254191349760?s=20

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