BEATO CARLO
Me llamo poderosamente la atención su mensaje de que todos estamos llamados a ser santos sin hacer cosas extraordinarias, viviendo la cotidianeidad, los compromisos que tenemos cada día, haciendo felices a los que tenemos más cerca. Se puede ser santo y tomarse una coca cola o jugar a la play station o tocar el saxofón, como él hacía de oído. Lo importante es que luchemos por hacer la voluntad de Dios, como él hizo en todo momento. Me impresionó su gran devoción a la eucaristía, las horas enteras que pasaba como adolescente en adoración eucarística. O su amor a la Santísima Virgen: rezaba cada día el santo rosario. Jose Maria Zavala
Del libro de la Imitación de Cristo(Libro 2,1-6)
EL REINO DE DIOS ES PAZ Y ALEGRÍA EN EL ESPÍRITU SANTO
Conviértete a Dios de todo corazón, despréndete de este mundo miserable, y tu alma
encontrará la paz; pues el reino de Dios es paz y alegría en el Espíritu Santo. Cristo vendrá
a ti y te dará a probar su consuelo, si le preparas una digna morada en tu interior.
Toda su gloria y hermosura está en lo interior, y allí se complace. Tiene él un frecuente
trato con el hombre interior, platica dulcemente con él, lo consuela suavemente, le infunde
una paz profunda y tiene con él una familiaridad admirable en extremo.
Ea pues, alma fiel, prepara tu corazón a este Esposo para que se digne venir a ti y
habitar en ti. Pues él dice, El que me ama guardará mi palabra, y vendremos a él y
haremos morada en él.
De modo que hazle en ti lugar a Cristo. Si posees a Cristo, serás rico, y con él te
bastará. Él será tu proveedor y fiel procurador en todo, de manera que no tengas
necesidad de esperar en los hombres.
Pon en Dios toda tu confianza, y sea él el objeto de tu veneración y de tu amor. Él
responderá por ti y todo lo hará bien, como mejor convenga.
No tienes aquí ciudad permanente. Dondequiera que estuvieres serás extranjero y
peregrino; jamás tendrás reposo si no te unes íntimamente a Cristo.
Pon tu pensamiento en el Altísimo y eleva a Cristo tu oración constantemente. Si no
sabes meditar cosas sublimes y celestes, descansa en la pasión de Cristo, deleitándote en
contemplar sus preciosas llagas. Sufre por Cristo y con Cristo, si quieres reinar con Cristo.
Si una sola vez entrases perfectamente al interior de Jesús y gustases un poco de su
ardiente amor, no te preocuparías ya de tus propias ventajas o desventajas; más bien te
gozarías de las humillaciones que te hiciesen, porque el amor de Jesús hace que el
hombre se menosprecie a sí mismo.
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