Del comentario de San Cirilo de Alejandría, sobre el libro del profeta Isaías
(Lib 5, t. 1: PG 70, 1151-1155)
Ha aparecido Cristo, nuestra paz
Nosotros, que hemos sido llamados por él, hemos conocido su gloria; y no
nos acercamos a Cristo, Salvador y juez universal, como a un hombre, pues,
aunque la Palabra se hizo carne, creemos no obstante que es Dios por naturaleza y que, nacido de Dios Padre por modo misterioso, está sobre toda criatura, resplandece rutilante sobre el supremo solio, domina sobre todos y tiene una mano derecha fortísima, capaz de conservar fácilmente bajo su dominio a quienes quisiere, y nada absolutamente puede superar o elevarse, por así decirlo, sobre su poder.
Pero Israel no lo comprendió así. Convivieron con él como con cualquiera
semejante a nosotros y no como con Dios hecho hombre. Por eso le dijeron en
cierta ocasión: ¿Quién eres tú? y ¿por quién te tienes? Y también: No te
apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un
hombre, te haces Dios. En cambio —dice él— los que fueren llamados al
conocimiento de la verdad contemplarán mi gloria, pues yo, el que hablaba por
los profetas, aquí estoy.
En efecto, el Señor Dios se nos ha aparecido, como está escrito: En distintas
ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres
por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que
ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las
edades del mundo. En este texto hay que subrayar lo siguiente: que Dios Padre
esencialmente ha creado todas las cosas por medio del Hijo y por su medio nos
ha hablado a nosotros en estos últimos tiempos: pero no como si él fuese otro
hijo según la carne, nacido de una mujer, sino que el Verbo es el único Hijo
encarnado en razón de la humanidad asumida, que es además el creador de las
edades del mundo.
Pero ha aparecido Cristo, nuestra paz, que ha removido el obstáculo del
pecado y nos ha reconciliado con el Padre, uniéndonos a él: y por él
efectivamente tenemos acceso al Padre. Que es como si dijera: lo mismo que si
viniera alguien veloz y rápido con la noticia de que los enemigos han sido
cogidos prisioneros, anunciase la paz y proclamase la buena noticia, así se
presentó en el mundo encarnado el Salvador de todos, y fue constituido
mediador de paz ante Dios Padre, después de haber eliminado a Satanás y haber
quitado de en medio a todos sus satélites; y como quiera que urge el tiempo en
que todos cuantos lo desean pueden participar de todos los bienes, él está
siempre cerca de los que creyeron en él y que gustan y secundan las cosas de
Cristo, a fin de poder llegar a participar plenamente de las gracias celestiales y
ser colmados de toda buena esperanza: de hecho, el Salvador es rico en toda
clase de bienes.
Del comentario de San Cirilo de Alejandría, sobre el libro del profeta Isaías
(Lib 5, t. 1: PG 70, 1151-1155)
Ha aparecido Cristo, nuestra paz
Nosotros, que hemos sido llamados por él, hemos conocido su gloria; y no
nos acercamos a Cristo, Salvador y juez universal, como a un hombre, pues,
aunque la Palabra se hizo carne, creemos no obstante que es Dios por naturaleza y que, nacido de Dios Padre por modo misterioso, está sobre toda criatura, resplandece rutilante sobre el supremo solio, domina sobre todos y tiene una mano derecha fortísima, capaz de conservar fácilmente bajo su dominio a quienes quisiere, y nada absolutamente puede superar o elevarse, por así decirlo, sobre su poder.
Pero Israel no lo comprendió así. Convivieron con él como con cualquiera
semejante a nosotros y no como con Dios hecho hombre. Por eso le dijeron en
cierta ocasión: ¿Quién eres tú? y ¿por quién te tienes? Y también: No te
apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un
hombre, te haces Dios. En cambio —dice él— los que fueren llamados al
conocimiento de la verdad contemplarán mi gloria, pues yo, el que hablaba por
los profetas, aquí estoy.
En efecto, el Señor Dios se nos ha aparecido, como está escrito: En distintas
ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres
por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que
ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las
edades del mundo. En este texto hay que subrayar lo siguiente: que Dios Padre
esencialmente ha creado todas las cosas por medio del Hijo y por su medio nos
ha hablado a nosotros en estos últimos tiempos: pero no como si él fuese otro
hijo según la carne, nacido de una mujer, sino que el Verbo es el único Hijo
encarnado en razón de la humanidad asumida, que es además el creador de las
edades del mundo.
Pero ha aparecido Cristo, nuestra paz, que ha removido el obstáculo del
pecado y nos ha reconciliado con el Padre, uniéndonos a él: y por él
efectivamente tenemos acceso al Padre. Que es como si dijera: lo mismo que si
viniera alguien veloz y rápido con la noticia de que los enemigos han sido
cogidos prisioneros, anunciase la paz y proclamase la buena noticia, así se
presentó en el mundo encarnado el Salvador de todos, y fue constituido
mediador de paz ante Dios Padre, después de haber eliminado a Satanás y haber
quitado de en medio a todos sus satélites; y como quiera que urge el tiempo en
que todos cuantos lo desean pueden participar de todos los bienes, él está
siempre cerca de los que creyeron en él y que gustan y secundan las cosas de
Cristo, a fin de poder llegar a participar plenamente de las gracias celestiales y
ser colmados de toda buena esperanza: de hecho, el Salvador es rico en toda
clase de bienes.
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